Se acercan fechas muy especiales en todos los hogares, las luces invaden ya nuestras ciudades y pueblos e incluso "Huele a Navidad".
Parece que cada vez más se nos hacen las Navidades más estresantes porque queremos llegar a todo, que no falte nada en casa, ni el más mínimo detalle, organizar regalos, menús navideños, cenas de empresas, viajes para encontrarse con familiares, cambiar el árbol para llegar a la última tendencia, renovar luces poniéndolas solares... Y encima...¡ Vacaciones para los peques en el cole! Esto a los papás y mamás se nos viene a la cabeza y pensamos que van a ser unas fechas intensas con ellos en casa y si encima, nosotros estamos trabajando. Pero, pensemos en ellos antes que en nada más.
¿Quién no recuerda cuando era pequeño la emoción que se sentía con la llegada de Navidad? ¿Quién puede seguir a día de hoy cerrando los ojos y recordando el olor del caldo de la abuela, el sonido de las zambombas y panderetas que sonaban sin compás ninguno en las reuniones familiares? ¿Quien no recuerda el sabor de su turrón favorito? ¿Quién no puede reírse al recordad que creyó ver a Papá No el por casa o a alguno de los Reyes Magos? Emoción, ilusión, nervios, sentimientos encontrados, miedo... Todo esto hemos llegado a sentirlo nosotros en algún momento y debemos comprender qué es lo que pueden estar sintiendo nuestros pequeños ahora. Empaticemos y acompañemos a nuestros hijos en estas fechas con la misma ilusión y magia con la que lo hacen ellos y con la que en su momento la vivimos nosotros.
Para empezar a organizarnos, nos tiene que quedar claro que la Navidad es para disfrutarla y descansar de toda la intensidad de esos días. Por lo tanto, no necesitamos tener el último modelo en árbol ni las luces más discotequeras de toda la comunidad, necesitamos tener lo que nos gusta y disfrutar de decorar en familia cada rinconcito de la casa como queramos, no hace falta hacer un excesivo gasto en nada. Poco es más, y más si se hace con ilusión.
Una vez decorada la casa, disfrutemos de encender las luces al anochecer, de escuchar villancicos por muy cansino que nos resulte ya Rodolfo en Reno y de esperar junto a los peques las ansiadas vacaciones. Si trabajamos, seguramente podamos organizarnos de tal manera que nuestros peques estén cuidados y entretenidos con algún familiar, amigo o vecino. Después de trabajar, por muy duro que se nos afronte, acompañemos a nuestros hijos en sus deseos navideños (Siempre dentro de un criterio razonable y sin que se ños vaya de las manos). No hace falta llevarlo a todos los talleres que organice el pueblo ni a todos los teatros Navideños. Tampoco hace falta ir todas las tardes a ver las luces de las calles ni a comprar nada que no sea necesario.
Lo que sí tenemos que tener claro es que lo que hagamos lo hagamos con ganas e ilusión. Sólo transmitiendo eso, nuestros hijos disfrutarán de la misma manera y les trasmitiremos la ilusión por la Navidad.
Salgamos a pasear, visitemos a familiares y amigos de la ciudad o planifiquemos un viajecito si viven más lejos. Vayamos a echar la carta a sus magestades o duendes. Cualquier cosa que los mantenga alejados te las temibles pantallas que lo único que hacen es daño en sus cerebritos.
Y después de esta auto reflexión sobre la Navidad, os dejo algunas actividades que podemos realizar con los peques en estas fechas:
Este es un mantel que prepararon mis hijos para la llegada de los Reyes Magos a casa. Como veis, sencillo, sin pomposidades y con una carga de ilusión, emoción y dulzura increíble. No hace falta gastar en nada más que en tiempo de calidad.
¡FELIZ NAVIDAD!